La primavera no existe
es sólo un estrato del verano
aunque en su intimidad desee / ferviente
acalorar los mujeriles pechos
hasta hacerlos desvestirse.
El otoño no existe
es, tan sólo, una extensión del invierno
con tanto pudor y desengaños
como hojas secas que intentan cubrirlo.
La primavera no existe / ni el otoño.
Sólo dos estaciones
habitan el mundo / enfrentadas e irreconciliables
cuya pugna no puede ignorarse
por ser el motor de la historia.
Las demás, aunque no lo sepan,
son el refugio de la falsa conciencia.