25 de octubre de 2011

Los nuevos brotes

Aquel que canta incoherencias
a los gritos / cruza
la plaza agitando los brazos
en un intento por ganar a los gorriones
para su causa
que desafina cada vez que habla /que habla
sin remedio / un día armó una
escuadra de venteveos
y la desarmó inmediatamente
por temor a un desastre nuclear.

Aquel que para pedir permiso guiña un ojo
y para decir te quiero dibuja una nube;
aquel que marca una senda peatonal
en la arena e inventa médanos
en la barranca del río
para trepar hasta la punta y bajar rodando
tumba carnera o vuelta carnero
entre suspiros / entre castillos de piñocha sin reyes
ni caballeros teñidos de sangre / la sangre sólo es otro nido
donde dormir juntos.

Aquel que mastica pedacitos de pan / sentado
en la vereda ve pasar a los pibitos del barrio / saluda
a las viejas encorvadas y a los encorvados / le
chista a los vecinos que conoce
y a los desconocidos que a lo mejor sean / o no / vecinos
como siempre a la tardecita hasta cuando no queda nadie
en esa calle / en esa vereda/ se fueron todos a ver el partido
pero él se quedó / casi dormitando / con la mejilla en el puño
en la dirección correcta para apuntalar un desafío nuevo.

Aquel que desestimó toda chance de aplicar
el materialismo histórico a las cotidianas muestras de cariño
tenues / casi llamas a punto de morir
producto de la fase de retroceso / defensiva / desvinculante
y dedicó gran parte de sus esfuerzos en preparar
una exquisita ensalada de socialismo utópico
para sus amigos.

Aquel de quien pueden decirse
tantas frases elogiosas como elogiantes
será mejor no decirlas por el momento
en guardia y a la espera de
los nuevos brotes
que harán pedazos
las estructuras invisibles que
contienen esfuerzos mudos
por edificar porvenires inciertos.

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