13 de marzo de 2011

Campesinos

De los oratores y los bellatores
unos rezan / los otros guerrean
y los que por debajo de ellos se encuentran
bajo el sol transpiran los recursos
que ofrecen en nombre de la paz de Dios.

Marcelo despertó una mañana
cansado de trabajar
para el festín del oratore / para la gloria del bellatore,
varios despertaron ese día con
la misma idea y
encomendándose a Cristo
colgaron por el cuello a los que
moraban en la abadía.

Tuvieron tiempo de forjar espadas
en la casa del herrero y
comieron juntos
esa noche
a la luz de la luna.

Luego con destreza
cavaron en la tierra
y en los árboles ataron sogas
todas ellas bien dispuestas
y tornaron a dormir dejando una guardia.

A la mañana siguiente Marcelo se levantó el primero
y llevó pan al hombre de la guardia;
allí recibieron el sol
y despertaron a los demás
quienes tomaron su pan y cada cual
corrió a su puesto.

El estruendo de los corceles no tardó en oirse,
ya llegaban el Duque y sus vasallos
con armaduras ornamentadas del bronce más fino;
pocos de ellos lograron cruzar la tranquera
que rezaba en lengua romance "aldea sublevada";
cayeron en los pozos sus caballos
y los jinetes: ajusticiados por las flechas campesinas.

Los caballeros que atravesaron el primer obstáculo
pronto dieron con una nueva emboscada
y de los árboles pendieron sus cuerpos
lacerados por rastrillos y azadones.

De los pocos que restaban, unos huyeron
los demás se enfrentaron a las espadas
chuecas de los segadores.

Marcelo estaba loco de contento
y mientras algunos colgaban al Duque
junto al cura en la abadía
él se fue corriendo a la aldea más cercana
a contar a todos que el día había llegado.

1 comentario:

laurita dijo...

vamos hacia la vida!!!